jueves, 8 de enero de 2009

¿Quién controla a quien: El individuo al televisor o el televisor al individuo?


La televisión es un medio de difusión masiva capaz de transmitir al espectador ideas, valores, costumbres y creencias. Pareciera que es una coincidencia el lenguaje de los jóvenes, sus gustos musicales y percepción de temas sociales y políticos. No caemos en la cuenta de que la televisión es el arma ideal para socavar mentes y alienar individuos. El aspecto estético y mental tiene como fuente primordial de conocimiento a este medio. Si Luis Miguel viste con traje y tiene ciertos zapatos se considerará como correcto. Aquel que vista diferente y en contraposición con dichos lineamientos será sojuzgado a sabiendas de su error estético. Así mismo, se asumen las opiniones emitidas por actores mediáticos masivos como verdades innegables sin una previa evaluación por parte del tele-espectador. Es por ello que se ve muy mal a personas con distintas posturas ideológicas y/o gustos musicales.

En la sociedad actual existen distintas palabras que no se entenderían sin el uso de la televisión. “Nuevas formas de comunicarse” avaladas en programas o caricaturas de moda. Hace cuatro años aproximadamente en México se tomó la palabra “wey” como una práctica regular entre la juventud gracias al Reality show “Big Brother” donde se decía continuamente. Los medios la justificaban por ser un país en donde se prolifera la libertad de expresión.

La opinión pública, por su parte, se sustenta en lo dictaminado por la televisión. Opiniones manipuladas, pertenecientes a grupos con intereses de clase. Controlando aspectos tan intrascendentes como el futbol, hasta elecciones presidenciales. Cómo vivo ejemplo se encuentran José Ramón Fernández y Felipe Calderón. El primero, retirado de su cargo por problemas con directivos de futbol y hablar de corrupción en ese deporte. El otro, llegó a la presidencia, mediante una campaña sucia por parte de los medios. (En especial la televisión).

“La televisión no tiene memoria”. Olvida sucesos importantes, mejor dicho, los acopla a su conveniencia cuando la gente parece olvidarlos. Recordemos que en la masacre de Tlatelolco el dos de octubre, los medios fueron fundamentales, apoyaron al gobierno: “jóvenes revoltosos”, “pónganse a estudiar”, “comunistas herejes”, fueron las opiniones vertidas antes del lamentable suceso. Durante la masacre, dieron cifras falsas de muertos y echaron la culpa a los jóvenes que pacíficamente se manifestaban. Hoy, congracian dicho suceso, lo usan para incitar a los mexicanos a unirse y enfrentar los problemas juntos. ¡Vaya contradicción¡

En un principio la televisión se creó para unir a la familia y entretenerla. Hoy, fanatiza y promueve un morbo insaciable mediante los "Show reales" y "novelas"."Nosotros les damos lo que ellos piden" dice Emilio Azcárraga. En efecto, el pueblo mexicano, pide a agritos líderes de opinión como Adal Ramones, Facundo o Paty Chapoy.

Mientras se crea más en el poder de unos cuantos manipuladores y no se atienda a los intereses que estos promueven para mantener pasiva a la población, el país seguirá leyendo dos libros al año, imitando modelos extranjeros en cuanto modo de vida y vestimenta, desconociendo su pasado y previniendo un futuro nada alentador. La gente se queja y se queja de su pobreza y sigue apoyando su ignorancia. La educación es factor fundamental para sacar adelante un país. Opiniones autónomas. Inyectarnos conciencia para ser inmunes a los ataques de manipulación.

miércoles, 7 de enero de 2009

Señal del cielo

A continución un breve cuento, lenalo y comenten que les parece. Saludos y Gracias por visitar el blogg



SEÑAL DEL CIELO

El sol brilla como nunca, el aire, tan freso y puro, me incita a ejecutar la orden gubernamental, Gaza es testigo de una tranquilidad inaudita. “Respiramos la paz en tiempos de guerra. “
No tengo otra opción. “Dios sabe que no puedo negarme”, mi sueldo y la satisfacción de servir a mi pueblo es muy grande, hemos sufrido mucho, somos ese pueblo destinado a la gloria que no ha sido comprendido, nos han tratado de aniquilar una, dos, tres, muchas veces… No han podido.

Dos semanas antes platicaba con mi compañero sobre la suerte que nos depararía al meternos en territorio pakistaní.
-Es una nueva guerra santa Josías- me decía con mucha seguridad Moisés-
- Nuestro Dios contra Alá, no podemos permitir que semejante deidad se apodere de las conciencias de sus habitantes, sería totalmente aberrante.
-¿Aberrante? ¿No es más siniestro el atentar contra la dignidad de todo un pueblo pisoteándolo y asesinando sin parar? Pasando esta invasión, me retiro, llevaré una vida más tranquila, tal vez ponga una librería o quizá…
-Cobarde. Dios quiere que los pueblos se sometan a su voluntad. ¡Nosotros somos el medio para conseguir dicho fin¡ ¿Te cuesta tanto entenderlo Moisés? Vergüenza deberías sentir al llevar ese nombre.

Con un tremendo disgusto abandoné el campo de concentración y me dirigí a casa, donde esperaba mi familia, la cena estaba lista. Hicimos oración y devoramos el guisado que mi querida esposa había preparado. Catorce días me separaban de pisar Pakistán, no era la primera vez que saldría de Israel a combatir contra otras tropas, pero ahora todo era diferente. Mi orgullo no permitía cambiar mi opinión sobre el “pueblo bárbaro” que atacaríamos, a pesar de que las palabras de Moisés retumbaban en mis oídos a lo largo de la noche.

Aun mas enfadado decidí consultar el noticiario, tenía que conocer a fondo al enemigo, por suerte diariamente se hacían coberturas y enlaces especiales para saber la situación del conflicto. Nuestro presidente se había mostrado generoso y mencionaba que si en una semana Pakistán no accedía a firmar un acuerdo, tendrían que atenerse a las consecuencias. ¿Una semana? ¡Pero si atacaríamos en dos¡ Error del presidente. “Hasta el ser mas ínclito puede equivocarse”.

Cuatro días pasaron después del error en televisión del jefe de Estado, terminando el entrenamiento, Moisés se acerco a mí, su semblante era distinto, respiraba muy agitado y en sus ojos se reflejaba una gran tristeza, pude inferir que había estado llorando por días enteros, cosa rarísima en un soldado, nosotros no podemos darnos el lujo de temer, mucho menos, derramar lagrimas por cosas vánales. Enseguida imaginé el conflicto: Se enfado con su “mujercita” y ahora quiere regresar con ella, pero no sabe cómo recuperarla.

-Josías tengo un dolor enorme, maldita sea la hora en que el hombre creó las guerras - exclamaba Moisés con un odio exacerbado-
-No digas tonterías, tu llorando y el ejercito que espera nuestra participación en 10 días. “Seremos unos héroes nacionales y veraz que todo quedara olvidado, tus lagrimas serán risas que contagiaran las ciudades de todo un pueblo.”
-¿Héroes? ¿Quién puede pensar en congraciarse si se tiene una mujer violada, dos hijos asesinados y uno desaparecido?
-¡Pero qué dices Moisés¡ ¿Estas totalmente seguro?
-Mis palabras son muy verdaderas, tan ciertas como la infamia de nuestro ejército. Nunca eh violado a nadie, pero he sido testigo de compañeros que lo han hecho. Hemos matado familias enteras, desaparecido pueblos. Ahora siento lo que Pakistán, veo con su difusa mirada, oigo con su distorsionado oído y siento con su rencoroso corazón. En unos días, pasaré de ser la víctima al libertador que mata “terroristas”. Somos iguales o más crueles que ellos Josías.
-¿Crueles? ¡Que va¡ Ellos son bestiales, por eso hay que acabar con su
pseudo-cultura.
-Acábalos tú, yo estoy viviendo gratis. No me importa lo que venga.

Hora de ir a casa, durante todo el trayecto pensé en los hijos de Moisés: 2,4 y 11 años respectivamente, el grande era se encontraba desaparecido. Su mujer, excelente señora, refinada, educada e incapaz de tocar siquiera una planta para dañarla. ¿Qué pasaría si eso me hubiera pasado a mí? ¿Sería cierta la insinuación de aquel hombre sobre nuestros actos? ¿Es acaso verdadero que nosotros éramos tan bestias como ellos? ¿Dudar de mi labor patriótica? ¡Para qué seguir pensando¡ Apague mi cerebro y fui a dormir.

Desperté tranquilo, por un momento olvide la pena que envergaba a mi amigo, de pronto vino a mi mente la imagen de sus pequeños, rápidamente la saqué y pensé en otra cosa. “Ya todo estaba hecho”, no podía hacer nada.

Llegué al campo de concentración, noté la ausencia del colega disidente. Realizamos tácticas militares y afinamos nuestras armas. Risas y más risas, la emoción previa a una confrontación, para muchos sería la primera vez que irían al exterior.
Era la una de la tarde, último día de la semana en que laboraba. En punto de las dos, mandaron por mí, tenía que presentarme en las oficinas de los mayores, con mucho temor asistí.
-Que tal Josías, no te espantes, seguramente va gustarte la misión que te tengo preparada -decía el jefe con un tono de voz intimidante.-
-Dígame. ¿Qué se le ofrece?
-Veraz, hoy un compañero tuyo se negó a ejecutar la actividad que tú harás. Encima de eso, desertó, exiliándose voluntariamente, aludió tener problemas personales.
-Servir a nuestra nación es más grande que cualquier problema señor
-Lo mismo digo. Ya recibirá su merecido.
-¿Cuál es la tarea que no quiso cumplir?
-Lanzar una bomba a Pakistán desde nuestro cuartel, destrozará un pueblo entero, cosa que no importa, son barbaros, ellos no sienten, “Alá” los estará esperando en el infierno.
-¿Cuándo quiere que lo ejecute?
-En dos días, la remuneración será buena, el jefe de Estado y Dios quedarán deleitados por tu obra.

Los días pasaron, mi pensamiento no podía discernir la noticia. A esto se refería el presidente cuando dijo que atacaría en una semana. Pakistán se vería envuelto en el llanto y sufrimiento, niños y personas inocentes muriendo.

Yo, uno de los principales contribuidores a la desgracia de ese pueblo. ¿Importaba? ¿Tenía que ser indiferente? Aunque me costara trabajo, si…

El domingo ah llegado, siete de la mañana en punto, a unos cuantos centímetros del botón de la desgracia pakistaní. Pareciera que el “todo poderoso” me manda la señal del cielo: Un rayo de luz ilumina el lugar donde estoy. Aprieto el botón. A distancia veo como vuela el misil. El humo se esparce. Seguramente en unas horas se escucharan los rumores de mi pueblo sobre el hombre que ha disparado en pro de la defensa israelí. Al otro lado Pakistán, niños en la escuela, hombres trabajando. Inevitable será su destino fatal, explosión que estallará en el corazón de un pueblo.


JL LUGO




¿Hasta cuándo los interéses imperialistas acabarán con tantas vidas inócentes? Se derrama tanta sangre por la ambición de unos cuantos.