viernes, 4 de septiembre de 2009

Nirvana

Nirvana

Tus ojos de aceituna almendrada pervierten mi santidad, tu alma yace sobre mis manos. Si pienso en deseo, ahí estás tú. Me basta tu cabello, quiza una parte del canto que encapsuló tu cuerpo en la pictografía cristalina del olvido.

El tiempo no profundiza, queda inerte cuando llego a tus caderas, tal vez sean las horas que hacen profanar inclemencias a tus pezones, ciegos alardean su posición erecta, haciendo que mi sangre fluya alegóricamente, permeó cada parte de ti: léxica y silabariamente.

No sé lo que sea, tal vez la excelencia de tus caricias, o la mariposa que no deja de volar cuando me besas, pero la exaltación es cuerdamente loca.

Luego despertamos: ambos somos catarsis liberada, no puedo escuchar como cantan las piedras ¿Serán tus rojos pies los que me pertenecen? ¿Será tu boca de palo, lista para convertirse en mesa cuando los dedos rocíen su figura? Sigo tras el enigma…

Llegas en era cuaternaria, tras el estrecho del placer; tomas al viento y te escondes cuando sopla, jugamos a que te encuentro y en el sudor de la noche yace tu recuerdo en mi almohada, en forma sustanciosa, en la saliva que sigue perteneciéndome.

Fluyen ríos de palabras a través de tu ser, las olas que profanas llegan hasta mis labios. Mi espasmo es notorio, y su risa, pronto se convierte en sexo húmedo, dispuesto a ser penetrado, excitación al máximo de un héroe destinado a cumplir con su misión: efímera y tal vez inexistente.
-¡Qué más da¡ si no soy yo, miles de caudillos aguardan cautelosamente.-

Al sostén descubierto, los valles son mi hábitat natural, en ellos quisiera vivir por siempre, sé que es cuestión de un adorno, de minutos; son platillos inaudibles, naturalmente deleitantes, los absorvo hasta dejarlos secos, los muerdo hasta dejarlos ávidos de una nueva ocasión, de un impuro pensamiento. -De un grito, de un gemido…-
Ahí estoy, si el tiempo me ayudara, nunca saldría de ti.

Sus planetas, descubrimiento más importante que el mundo ha conocido.
No hay tiempo de pensarlo; mi casco aguarda tras Venus en la Luna, botas que esparcen chorros de irrealidad. Llego a Marte: seguramente ha de quemarme, hasta dejar heridas que no podrán sanar.

Exprimo su amor, exprimo hasta saciar la sed. Una ciudad supra-terrenal que se inflama tras las ruinas de Eros, caricias circulares que al tiempo detienen y trazan el camino del paraíso.

La demente lengua enclaustrada tras las rejas de tú cárcel, pide ser encerrada, perpetuada, tras un tiempo considerable es expulsada, deseosa de una nueva aventura.

Somos pinturas incompletas, hechas por artistas no-cuerdos, destinados a compartir el sol y quemarse en el intento de no volar.

-No me mires, dejé de existir, ¿soy humano?,
la tierra prometida: "estoy cerca del nirvana".-

Trazo


Ante usted dejo mis manos: medianas, hiperactivas, color canela inolvidable, las encontré perdidas en el desierto hace 19 años.

De pronto atrapan anhelos y luego los dejan volar, en el aire se contorsionan y forman figuras de sueños y demencias. Capaces de perderse tras su mirada naranja, capaces de apoderarse por un momento de su conciencia. Mis dedos figuran en su pensamiento, como tatuajes que nunca se podrán borrar.

Explosivas, imaginativas e involutivas. De pronto regresan a su infancia y envuelven al espacio de inocencia. Pasa el tiempo y son el acto materializado de la perversión.

Basta con que se conecten con la mirada y lleguen hasta la cavidad léxica más oculta, para transformar la obscuridad en un santiamén de su espléndido cuerpo, capaces de desvirginarla con el poder de trazos escritos.

De mis manos, puede obtener una mínima cantidad económica, son objetos que no saben producir dinero porque no engañan; algo torpes para hacer comida, esplendidas para encontrar espacios recónditos, y serias productoras de realidades certeras.

Entienda por las aseveraciones mencionadas que si las adquiere, tendrá mucho que leer, escriben y escriben, sin importar qué suceda. Silenciosas y activas, siempre en contraposición, ya lo ve: puede arriesgarse o conformarse con lo poco que le ofrece el aburrido mundo.

LJ Lugo