viernes, 4 de septiembre de 2009

Trazo


Ante usted dejo mis manos: medianas, hiperactivas, color canela inolvidable, las encontré perdidas en el desierto hace 19 años.

De pronto atrapan anhelos y luego los dejan volar, en el aire se contorsionan y forman figuras de sueños y demencias. Capaces de perderse tras su mirada naranja, capaces de apoderarse por un momento de su conciencia. Mis dedos figuran en su pensamiento, como tatuajes que nunca se podrán borrar.

Explosivas, imaginativas e involutivas. De pronto regresan a su infancia y envuelven al espacio de inocencia. Pasa el tiempo y son el acto materializado de la perversión.

Basta con que se conecten con la mirada y lleguen hasta la cavidad léxica más oculta, para transformar la obscuridad en un santiamén de su espléndido cuerpo, capaces de desvirginarla con el poder de trazos escritos.

De mis manos, puede obtener una mínima cantidad económica, son objetos que no saben producir dinero porque no engañan; algo torpes para hacer comida, esplendidas para encontrar espacios recónditos, y serias productoras de realidades certeras.

Entienda por las aseveraciones mencionadas que si las adquiere, tendrá mucho que leer, escriben y escriben, sin importar qué suceda. Silenciosas y activas, siempre en contraposición, ya lo ve: puede arriesgarse o conformarse con lo poco que le ofrece el aburrido mundo.

LJ Lugo

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