miércoles, 18 de marzo de 2009

Tras el sueño de la humanidad

Tras el sueño de la humanidad

El mundo gime infelicidad, es penetrado por perturbaciones: lindas, grotescas, enfermas, ínclitas; testigas del dolor abismal, de cada grito, de cada expresión.

Llora y llora; sin parar, cada día que transcurre es más notoria su tristeza, su impotencia. Traslucida su inseguridad.

Aquel mar se ha formado a partir de la experiencia suscitada hace unas cuantas letras, su bravura me envuelve, me entierra en medio de su misticismo, sin pensar me sumerjo en su belleza, no logro percibir la realidad, mis oídos escuchan lo que no quieren percibir, aquel nudo no se desenvuelve y voces ocultas vociferan cual difícil camino tomar.

Lubricado por hipocresías, placeres efímeros. El mundo se agacha cada vez más, muestra su impúdico cuerpo. Apenado se oculta, y como si olvidara su pecaminoso andar, vuelve a encenderse, cuando ya no es tocado por nadie, simplemente: Se apaga.

El terremoto es tan claro como cualquier injusticia. Muestra todo su poder, nos derrumba, crees que nada es la palabra indicada. El camino común es olvidado y empieza el debraye, sigue la fatalidad. Destruyes por qué quieres y porque destruyes quieres. Te preguntas que quieres y la respuesta es clara, tu alma dictamina la respuesta exacta.

Dos polos inseparables. ¿Cuál es el obscuro? ¿Cuál es el reluciente? Te posicionas en cualquiera de ellos, la plasticidad colma cada parte, cada rincón, suscita las vanidades más aberrantes y encuentra en alguna parte escape, luz que enciende las pasiones y re enciende la cúpula inservible del genocidio.

Giro de 360 grados y estas del otro lado, cambio abrupto, inesperado, común y poco conocido, hermoso y triste, sube y cuando menos lo esperas te incrusta en el trepidante espacio del protagonismo, te convierte en el cambio inservible, en eslabón poco conocido.

Hagas lo que hagas inevitable ha de ser tu desenlace, te esmeras en cambiarlo, te esmeras en el futuro, sin saber que tal vez no existe. Olvidas el presente, vuelve a gemir el mundo, su intimidad es tuya de nuevo.

Te eriges como una ínfima parte, al mundo y sus cómplices parece que no les importas. En poco tiempo te sepultarán, aplastarán tu cuerpo, tu ser, acciones, alegrías, tristezas. ¿Qué ha de quedar? ¿Los vuelos? ¿Los aterrizajes? La confusión es un estado de normalidad y entiendes que al fin de cuentas: Algo has dejado y dejarás.

Hoy, el cielo es más obscuro que de costumbre. Mi sombra se oculta tras el sueño de la humanidad.
JLugo

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